En algunas ocasiones amigos y amigas del Movimiento cívico de España y
catalanes nos han trasladado su extrañeza de que no hablemos de los
casos de corrupción que sacuden casi a diario nuestro estado de derecho y
lo inundan todo, medios de comunicación, debates y participación
ciudadana.
Aun no ajustándose del todo a la verdad, no les falta
parte de razón, ya que nos hemos mantenido como asociación algo al
margen de lo que consideramos es una de
las pocas cosas que nos separan a los españoles. Y no separa de entrada
ya que hay una inmensa mayoría de ciudadanos que participan en la vida
pública y lo hacen cumpliendo las más elementales normas cívicas y de
respeto y tolerancia y otros, los menos, traspasando esas normas
básicas, cuando no entrando de lleno en lo que a todas luces es un
delito tipificado.
No podemos estar más en contra de la corrupción y
de aquellos que corrompen o se dejan corromper. Por eso hemos apoyado
las campañas que a lo largo de estos meses algunos medios han iniciado
para ir en contra de ella. Es por esa razón también que hemos apoyado y
asistido a la presentación de algunos libros que ponen el dedo en la
llaga de la corrupción, dando cuenta pormenorizada de los tejemanejes de
algunos políticos y otros dirigentes sociales, empresariales o
sindicales. Sabemos que eso no es suficiente, por eso apoyamos la
creación de un grupo que, desde Cataluña, apostara por la transparencia y
nos hemos adherido a cuantas iniciativas nos han hecho llegar amigos de
lo más diversas y necesarias: que la Generalitat cumpla las sentencias y
dictámenes judiciales, que se respete y se haga respetar la legalidad.
Hemos apoyado incluso a algunas víctimas de abusos por parte de ciertos
políticos sin escrúpulos y no hemos dejado de señalar lo que nos parece a
todas luces una cara más de la sinrazón y perversión del nacionalismo
sectario que tiene que ver con esta lacra que padecemos todos los
españoles, y es la coartada de la bandera y la justificación de que si
se ha imputado a algunos de sus 'hijos pródigos' es precisamente porque
son nacionalistas. Se ha llegado a decir incluso que el celo
fiscalizador en Cataluña es superior al del resto de España y que no
solo los inspectores de hacienda sino que desde otras esferas del estado
se han dedicado a buscar todo tipo de corruptelas en las asociaciones,
entidades e instituciones mandadas por nacionalistas. Tampoco nada más
lejos de la verdad, porque esa misma excusa es la que dan gobernantes en
principio no nacionalistas de otras comunidades.
Todo eso para
nada debe hacernos desenfocar el tema que nos ocupa: las prácticas
corruptas y aquellos malos ciudadanos que las ejercen, defienden o
fomentan, con su inacción o con el burdo abuso de su poder o el que les
permite disponer de recursos públicos.
Nosotros apostamos por una
sociedad justa, solidaria y honesta, donde la justicia, la democracia y
el tiempo ponga a cada uno en su lugar. No estamos por las
arbitrariedades que hemos padecido en algunas ocasiones y, mucho menos,
en generalizaciones injustas o acusaciones generalizadas a unas
determinadas personas o partidos, por el simple hecho de no comulgar con
sus ruedas de molino o ser adversarios políticos o defensores de causas
más nobles y más convenientes que la que una minoría defiende, al
buscar el beneficio particular, exenciones o, llegando a la desfachatez
total, impunidad, opacidad carta blanca para hacer lo que les place
subvirtiendo nuestro estado de derecho, aplastando la Constitución y
dilapidando el gran capital cívico, cultural y patrimonial que tenemos
en España.
Y el papel de la ciudadanía, de las asociaciones cívicas
es y debe continuar siendo muy importante. Ni distanciamiento, ni
indiferencia y, mucho menos apatía, frente a todo tipo de prácticas
corruptas; pero vigilando que no nos den gato por liebre y se den como
hechos contrastados y constatables lo que no son más que meras infundios
o simples suposiciones que, en democracia no debemos aceptar como
hechos fehacientes. Tiempo al tiempo, ojo avisor y que la justicia y los
resortes de todos pongan a cada cosa y a cada quien en su lugar, caiga
quien caiga y afecte a quien afecte. Por España y por el bien de todos
los españoles.
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