Interesante nuevo artículo de Francesc de Carreras en la Vanguardia de hoy
¿Quién lo dirige?
Durante el último año me vengo formulando una pregunta:
¿quién dirige hoy el nacionalismo catalán? No es fácil contestarla.
En tiempos pasados, hasta el cambio de siglo, no hubiera tenido
dudas: el movimiento nacionalista catalán no lo dirigía un partido sino una
persona, Jordi Pujol. Tener liderazgo es tener carisma, es lograr la adhesión
de sectores distintos por la confianza que suscitas. A un líder no se le sigue
por lo que dice ni por cómo lo dice. Se le sigue porque él lo dice. El líder
tiene, sobre todo, autoridad. La autoridad emana de la persona, no del cargo
que se ocupa. Autoridad y poder son cosas distintas.
Pujol disfrutó de autoridad y no era sólo el líder de los
militantes y votantes de su partido, Convergència, sino también de los de Unió,
su socio, y hasta de los de ERC, su aparente rival en el campo nacionalista.
Incluso algunos votantes del PSC en las generales, depositaban su confianza en
Pujol cuando las elecciones eran autonómicas. Pujol era el líder de un gran
movimiento, más catalanista que nacionalista, en el que convivían con comodidad
radicales y a moderados.
Este movimiento empezó a fraccionarse después que Pujol, en
las elecciones autonómicas de 1999, estuvo a punto de perder frente a Maragall:
el PSC ganó en votos y CiU en escaños. Pujol siguió de presidente por los
pelos, en el Parlament su grupo era minoritario y no tuvo el apoyo de ERC sino
del PP. Ahí las bases comenzaron a poner en cuestión su autoridad: mientras los
medios de comunicación nacionalistas abominaban de Aznar, su histórico líder
carismático era su aliado.
Durante este período, entre el 2000 y el 2003, ERC iba
creciendo en apoyo electoral según los sondeos y tejiendo sigilosamente una
misteriosa alianza con el PSC de Maragall. CiU, con un nuevo líder, tuvo que
competir en nacionalismo con ERC, naturalmente sin éxito. Resultaba que ni
Artur Mas, el nuevo líder oficial, era un verdadero líder, ni el nacionalismo
de CiU era más creíble que el de ERC. Los gobiernos tripartitos, como tales,
fueron un desastre, por esa razón el poder volvió a CiU en el 2010. Pero los
tripartitos tuvieron un efecto importante: fraccionaron el catalanismo, aquel
movimiento en el que convivían cómodamente radicales y moderados. La estrategia
de ERC resultó vencedora.
El independentismo, que se venía venir desde antes pero que
no llegó con fuerza hasta el 11 de septiembre pasado, divide hoy al antiguo
catalanismo y aparece como hegemónico. ¿Quién dirige el independentismo? La
orientación quizás aún la marca ERC, Artur Mas es claramente su prisionero,
pero los instrumentos políticos que mueven la acción ya no son los partidos
sino unos grupos sociales enigmáticos y bien financiados: ANC, Omnium, las CUP,
ayuntamientos por la independencia… Ya no hay líderes claros, un magma difuso,
incontrolado, parece dirigir el independentismo.
Francesc de Carreras
(La Vanguardia, 31-VIII-2013)
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