Grandes catalanes y españoles
universales no tienen calle en Barcelona. Un claro ejemplo sería Salvador Dalí
o el propio Adolfo Suárez. El sectarismo callejero de Trias y adláteres,
incluyendo personajes que han mostrado actitudes negativas y proclives al odio, la manipulación y la confrontación,
es ridículo y apabullante. Ni los vecinos de estas calles ni toda la ciudadanía
merecen esta bochornosa imposición de poner nombres a sus calles con personajes
así.
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